Page 198 - Aprendizajes y Legados del Trabajo en el Campo
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En algunos casos, factores negativos disuadieron a la Fundación de extender su apoyo más
                       allá de la fase de implementación. Entre ellos figuraban las dificultades para formar una alianza
                       local interinstitucional y las dificultades para lograr una verdadera participación de los jóvenes.
                       Así ocurrió con Bluefields (Nicaragua), Motul (México) y Bassin Bleu, Desjardins y Furcy en Haití.
                           No es de extrañar que los CC cuyo trabajo progresó de manera más satisfactoria tuvieran un
                       grupo central con al menos una organización fuerte que lo puso en marcha. Dichas organizaciones
                       mantenían vínculos sólidos con la comunidad local y un liderazgo construido a lo largo de
                       muchos años de trabajo. Contaron, además, con una capacidad organizativa mucho mayor para
                       trabajar con proyectos complejos y con necesidades y demandas multifacéticas.
                           El CC en San Pedro Carchá, Guatemala, fue un buen ejemplo de los logros en el AGP1. El
                       CC comenzó en el año 2000, como resultado de dos exitosos proyectos de educación juvenil de
                       una década de duración (mencionados en el Capítulo 4). Ambos proyectos se centraron en ofrecer
                       alojamiento, educación básica y formación vocacional a niños y niñas de grupos étnicos quekchí (de
                       origen maya) que viven en zonas rurales. Las familias de aquellos niños y niñas vivían en aldeas
                       aisladas de la sierra del Departamento de Alta Verapaz, donde la tradición local establecía que las
                       niñas no necesitaban aprender a leer y escribir para poder cumplir con su futuro papel de madres
                       y amas de casa. El CC se enfocó en el pueblo de San Pedro Carchá y en pequeñas comunidades
                       rurales en la sierra de Alta Verapaz, y tuvo éxito en crear un ambiente más dinámico para los
                       jóvenes que habitan en esas áreas distantes.
                           Se implementó otro clúster exitoso en el valle del Yeguare, cerca de Tegucigalpa en Honduras.

                        Clúster Integral El Yeguare (Honduras)

                           La microrregión de Yeguare, sede de la famosa Escuela Agrícola Panamericana “El
                        Zamorano”, es una importante cuenca hidrográfica que abastece de agua a casi un tercio de la
                        población hondureña. También es una zona con una alta concentración de pobreza. En el año
                        2000, una población de 80,000 personas vivía en 11 municipios donde el índice de desarrollo
                        humano oscilaba entre 0.46 y 0.78. El ciclo negativo de pobreza-degradación ambiental-
                        pobreza ha puesto en peligro el suministro de agua durante muchos años, y ha deteriorado el
                        nivel de vida de la región. Además de sufrir déficits de oportunidades educativas precarias y
                        desempleo, los jóvenes de El Yeguare estaban en situación de riesgo de violencia y abuso de
                        drogas.
                           Sin embargo, la microrregión del Yeguare ocupa una ubicación ventajosa, ya que se
                        encuentra entre Tegucigalpa y Danlí, dos ciudades que constituyen un importante mercado
                        para los productos agropecuarios. Esta cercanía permite que la región cumpla tres roles
                        importantes en el desarrollo de Honduras: como fuente de agua limpia, como proveedor
                        de productos forestales y agrícolas para los dos mercados importantes, y como sitio de
                        ecoturismo y recreación de fin de semana para los visitantes de Tegucigalpa. La Universidad
                        Zamorano fue prestigiosa dentro y fuera de Honduras; mantenía estrechas relaciones con el
                        gobierno nacional y los organismos internacionales de financiamiento, y tenía el poder de
                        llamar la atención de los líderes de opinión sobre la labor que se llevaba a cabo allí. Además,
                        gracias al enfoque de aprendizaje práctico de Zamorano, que se había aplicado con éxito en
                        proyectos anteriores de UNIR y de desarrollo rural, el CC podía influir en sus estudiantes
                        provenientes de muchos países de América Latina y el Caribe, y se convirtió en un nodo en la
                        difusión de nuevas ideas para trabajar con los jóvenes.
                           Entre 2002 y 2009, El Zamorano y la Fundación VIDA (con sede en Tegucigalpa) recibieron
                        cuatro donaciones para implementar el CC. Su trabajo se centró principalmente en el aumento
                        de la capacidad de las organizaciones públicas y privadas, en el desarrollo de la juventud
                        y en la promoción del emprendimiento y de las pequeñas empresas que agregan valor a la
                        producción agrícola local. Cuando se inició el CC, Honduras había aprobado un proyecto
                        de ley para promover la formación de mancomunidades, con el fin de planear el desarrollo
                        microrregional y negociar los recursos con el gobierno central. El CC jugó un papel vital



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