Page 20 - Aprendizajes y Legados del Trabajo en el Campo
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La participación en la estrategia de fluoración para la prevención de las caries comenzó en
                       la década de 1960, mediante el apoyo a la OPS para promover la fluoración del agua en los países
                       de América Latina. Sin embargo, fue evidente que, en comparación, la fluoración de la sal era
                       menos costosa. Solo una pequeña parte del agua fluorada se destina al consumo humano, lo que
                       se traduce en mayores costos para el programa, desperdicio de flúor y una necesidad continua
                       de actividades de mantenimiento de las plantas potabilizadoras. Por estas razones, en 1984, la
                       Fundación y la OPS crearon un plan conjunto a 15 años para apoyar iniciativas destinadas al uso
                       de sal fluorada.
                           En un principio se brindó apoyo a tres proyectos en este clúster: uno en Lima (Perú), otro
                       en el Estado de México (México), y un tercero en Costa Rica. Este último se distingue como
                       una de las historias de éxito más interesantes en América Latina y el Caribe. Por medio de un
                       donativo otorgado en 1984 por la Fundación, el Ministerio de Salud implementó un programa
                       nacional para distribuir sal fluorada. La distribución se realizó mediante una colaboración entre
                       el Ministerio y siete plantas procesadoras de sal privadas. La entidad se encargó de la formación
                       del personal técnico involucrado, del control de calidad y de la estrategia para proteger las áreas
                       que ya contaban con suficiente flúor en los sistemas de suministro de agua. Esta primera fase hizo
                       de Costa Rica el segundo país del mundo en adoptar una estrategia nacional para generalizar el
                       consumo de sal fluorada en la población. En 1988, la WKKF realizó una segunda donación para
                       consolidar los avances, y Costa Rica se convirtió en un caso ejemplar de éxito para los demás
                       países de América Latina y el Caribe.
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                           En un libro publicado en 2005 por la OPS  y la Fundación, la Dra. Saskia Estupiñán-Day
                       plantea una reducción de 42% en el predominio de las caries en niños costarricenses de 12 años de
                       edad entre 1988 y 1992. Dicha reducción llegó al 72% entre 1988 y 1999. Estas cifras son aún más
                       significativas dada el alto índice de caries al inicio del programa. En 1988, el índice CPOD, que
                       mide el promedio de dientes permanentes cariados, perdidos y obturados, fue de 8.4 en niños de
                       12 años.
                           El programa de fluoración de la sal comenzó en el Estado de México en 1986. Para 1992,
                       la sal fluorada, cuya producción estuvo a cargo de compañías privadas, era ampliamente
                       utilizada en la región. Al igual que en Costa Rica, la Secretaría de Salud fue responsable de
                       capacitar el personal involucrado en cuanto a la preparación de la sal y el proceso de control de
                       calidad. El índice CPOD en niños de 12 años registró una disminución de 46% entre 1987 y 1996.
                       Lamentablemente, la falta de estudios de evaluación más exhaustivos limita la posibilidad de
                       determinar el impacto del programa a largo plazo.
                           Gracias al éxito de estos dos programas, la WKKF apoyó a la OPS con un donativo de más
                       de un millón de dólares en 1997 para la implementación de programas de fluoración de la sal
                       en Bolivia, República Dominicana, Honduras, Panamá, Venezuela, Belice y Paraguay. La OPS
                       ofreció su apoyo en general, que incluyó estudios de factibilidad y referencia, la capacitación de
                       personal técnico, recomendaciones para la industria salinera, control de calidad para el proceso
                       de fluoración y asistencia en el desarrollo de estrategias educativas y de comunicación, así como
                       sobre cuestiones legales relacionadas con el proceso. Por su parte, de manera independiente,
                       los países fueron responsables de garantizar fondos complementarios y el apoyo por parte de
                       sus gobiernos y las autoridades competentes para establecer programas de fluoración de la sal.
                       También fue necesario convencer a la industria salinera de participar en el programa.
                           Al día de hoy, México, Costa Rica, Jamaica y Uruguay cuentan con programas enfocados
                       en la fluoración de la sal desde hace más de 20 años. Para el año 2001, siete países más habían
                       implementado en su totalidad programas similares, y otros seis se encontraban en las etapas
                       iniciales. En palabras de la Dra. Estupiñán-Day,  “A la fecha, México y todos los países centro y
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                       sudamericanos (a excepción de Argentina, Brasil, Chile y Guayana Francesa) han comenzado,
                       cuentan con o están a punto de lanzar sus propios programas para la fluoración de la sal”. Por
                       otra parte, un estudio demostró que cada dólar gastado en procesos de fluoración de la sal traía
                       consigo ahorros de hasta USD 250 en tratamientos dentales (Gillespie, 2005).


                       3  Idem
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