Page 136 - Aprendizajes y Legados del Trabajo en el Campo
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muchos casos, a cualquier tipo de educación. Sus éxitos son especialmente significativos
dada la naturaleza centralizada y jerárquica de los sistemas educativos y la resistencia
histórica de la mayoría de los países a compartir la responsabilidad en el diseño y la gestión
de los programas educativos con la sociedad civil y las organizaciones del tercer sector.
Estos y otros proyectos (especialmente los de la ICA) también lograron transformar
los paradigmas contemporáneos de la educación y el aprendizaje en algunos contextos.
Alentaron a las comunidades a reconocer y valorar el papel educativo de sus organizaciones
e instituciones, y a desempeñar un papel más proactivo en la satisfacción de las necesidades
de aprendizaje de los miembros de la comunidad de todas las edades. Algunos de los
beneficiarios de estos proyectos colaboraron posteriormente con otras organizaciones para
formar grupos integrales en el programa de Juventud y Desarrollo de la década de 2000.
En su programa de Juventud, la WKKF fue pionera en reconocer que los jóvenes de
todos los orígenes son un activo para sus comunidades ya que, dadas las oportunidades
y los estímulos apropiados para su edad, aportan energía, entusiasmo, nuevas ideas y
soluciones innovadoras que a menudo carecen los adultos de mayor edad. Esto, en contraste
con la percepción prevaleciente de la juventud como una carga, fácilmente influenciaba a
los jóvenes en un comportamiento antisocial y destructivo. Algunos proyectos lograron
cambiar la forma en que los líderes adultos, los maestros y los padres percibían a los jóvenes,
y la nueva confianza depositada en ellos fomentó la autopercepción y la confianza entre
los jóvenes. El trabajo con los proveedores de formación vocacional para jóvenes ayudó a
ofrecerles la oportunidad de aprender habilidades apropiadas para el mercado, conseguir
su primer empleo y construir un futuro mejor para sí mismos, un futuro en el que puedan
obtener ingresos, mantener a una familia, cultivar su autoestima, desarrollar sus habilidades
empresariales y contribuir de forma valiosa a la sociedad. Algunos de los proyectos lograron
esto incluso en economías deprimidas, adaptando cuidadosamente las capacidades a las
condiciones del mercado local. Las innovaciones que surgieron del grupo de modelos
integrales de desarrollo juvenil en términos de participación como agentes de cambio en sus
comunidades y como protagonistas de su propio desarrollo, aportaron el aprendizaje inicial
que sustentó el programa centrado en los jóvenes de la década de 2000. Los proyectos de
la década de 2000 elevaron el campo del desarrollo de la juventud al siguiente nivel.
A diferencia de los proyectos de la década de 1990, en los que los programas de desarrollo
del liderazgo y de servicio comunitario estaban dirigidos a los jóvenes por adultos, los
proyectos financiados a partir del año 2000 promovieron cada vez más los proyectos y
actividades organizados por y para los jóvenes.
También cabe destacar en ambos programas el interés por abordar la discriminación
de género y promover la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres de todas las
edades. Esto fue quizás más evidente en términos de la paridad de género en la inscripción
y finalización de la escuela primaria, un objetivo alcanzado en gran medida en toda la región
pese a algunos focos de resistencia a la educación de las mujeres que siguen existiendo en
algunas zonas más aisladas. Algunos proyectos también abordaron la discriminación de
género más amplia en el sistema escolar o crearon las condiciones para que las adolescentes
y las mujeres jóvenes aprendieran nuevas habilidades, tuvieran acceso a empleos y
obtuvieran ingresos. Estos fueron esfuerzos importantes, aunque la paridad de género
en la educación ha tenido poco impacto en los roles estereotipados de género y en la
baja condición social y económica de las niñas y las mujeres en el ámbito doméstico e
institucional de América Latina.
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