Page 138 - Aprendizajes y Legados del Trabajo en el Campo
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El tercer sector comenzó a tomar forma en este contexto. Estaba compuesta por
                       organizaciones no gubernamentales y sin fines de lucro que no formaban parte ni del
                       Estado ni del mercado, que adoptaban muchas formas y se denominaban de muchas
                       maneras: organizaciones no gubernamentales (ONG), organizaciones sin fines de lucro (NP),
                       organizaciones voluntarias privadas (OVP) y organizaciones de la sociedad civil (OSC). Todas
                       estas y las organizaciones filantrópicas privadas que apoyaron su trabajo formaban parte de este
                       emergente tercer sector.
                           El crecimiento del tercer sector presentó nuevas oportunidades para abordar el
                       desarrollo social de una manera más creativa. También presentaba desafíos. Una de ellas
                       fue la escasez de la capacidad de gestión y liderazgo en el sector, agravada por la falta de
                       formación profesional para ayudar al personal existente y al nuevo a desarrollar las habilidades
                       específicas necesarias para organizar y canalizar la aportación privada de dinero, tiempo y
                       conocimientos. Un segundo reto importante fue la naturaleza paternalista de gran parte de la
                       actividad filantrópica y voluntaria en la región. En lugar de promover un verdadero cambio
                       social abordando las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad, el trabajo caritativo a
                       menudo se limitaba a mantener el statu quo. Los filántropos y voluntarios necesitaban ayuda
                       para pensar de una manera estratégica sobre el cambio social y la implementación de su
                       dinero, tiempo y experiencia. El tercer gran desafío fue la profundamente arraigada percepción
                       negativa de la filantropía y el voluntariado en la sociedad latinoamericana, en gran medida
                       debido a la naturaleza paternalista del sector y su falta de relevancia social. Las asociaciones
                       negativas afectaron negativamente el enorme valor potencial de las donaciones individuales e
                       institucionales para el bien público.
                           El equipo de la Fundación en América Latina y el Caribe tenía una buena posición para
                       ayudar a abordar muchos de estos desafíos. Al trabajar en oficinas en toda la región, sus
                       miembros tenían una gran experiencia personal en la aplicación estratégica de los recursos
                       filantrópicos para maximizar el impacto, y en el desarrollo de los recursos humanos necesarios
                       para gestionar la concesión de donaciones en los niveles técnico y administrativo. La Fundación
                       también aprovechó su experiencia, adquirida a lo largo de varios años en su programa de apoyo
                       a la filantropía y el voluntariado en los Estados Unidos. Los equipos de FyV de América Latina
                       y el Caribe y de los Estados Unidos desarrollaron una colaboración de beneficio mutuo y varias
                       iniciativas conjuntas durante la década de 1990.
                           A partir de 1992, se otorgaron varias donaciones exploratorias en América Latina y el
                       Caribe. Pero la mayor parte del trabajo comenzó en 1994, cuando se contrató a un Director de
                       Programas con experiencia en el tercer sector, y la junta aprobó la primera asignación general
                       para el desarrollo de la filantropía en diciembre de ese año. Entre 1992 y 2008, se invirtieron
                       USD 30.4 millones en más de 150 proyectos. Durante este tiempo, el programa trabajó en cinco
                       grandes frentes interrelacionados:
                           • Construir instituciones para apoyar las donaciones filantrópicas y las actividades de
                             voluntariado.
                           • Crear programas educativos para mejorar el liderazgo y la gestión de las organizaciones
                             del tercer sector.
                           • Crear un entorno legal más propicio para la práctica de la filantropía y el voluntariado.
                           • Generar y aplicar conocimientos sobre el sector a fin de proporcionar una base para
                             la toma de decisiones por parte de los financiadores, las ONG y los responsables de la
                             formulación de políticas.
                           • Mejorar la imagen de la actividad filantrópica y del voluntariado.

                           El volumen de recursos y el nivel de esfuerzo invertido en estas estrategias variaron
                       considerablemente, con una inversión mucho mayor en las dos primeras.
                           En el año 2000, cuando la Fundación introdujo un marco de trabajo revisado, el programa
                       FyV fue rebautizado como el programa de Ciudadanía y Responsabilidad Social (CyRS). Fue
                       uno de los cuatro enfoques metódicos diseñados para llevar las mejores prácticas de toda la




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