Page 174 - Aprendizajes y Legados del Trabajo en el Campo
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La propuesta inicial se recibió en 1992, cuando la WKKF estaba invirtiendo en universidades y
escuelas agrícolas en la región. Y era precisamente el tipo de oportunidad que la Fundación buscaba:
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una inversión pequeña, pero estratégica, para estimular la reconstrucción del sector agrícola de Haití,
a la vez que ofrecía oportunidades educativas a los jóvenes rurales desfavorecidos. La escuela tenía el
potencial de educar a una nueva generación de agricultores, técnicos y líderes rurales, mientras ofrecía
formación y extensión a los agricultores de las comunidades vecinas. La idea fue evaluada como sensata,
aunque rudimentaria, y fue respaldada por una institución sólida y un líder fuerte: un sacerdote salesiano
reconocido como un visionario impulsado por la acción y con una clara comprensión de los problemas
a los que se enfrentan los jóvenes de las zonas rurales de Haití. El personal de la Fundación trabajó en
estrecha colaboración con el sacerdote para convertir la idea en una propuesta viable. Asistió a un taller de
desarrollo de ideas y a una reunión de networking sobre agricultura, desarrollo rural y educación agrícola,
y contó además con la asistencia de un experto dominicano en educación técnica agrícola. Durante casi
dos años, la propuesta se desarrolló de manera significativa. De un modesto esfuerzo por incorporar la
formación de habilidades básicas en los programas vocacionales existentes en una escuela diurna para
estudiantes que viven cerca del lugar, creció hasta abarcar un internado modelo con capacidad para
graduar a 50 técnicos agrícolas de todo el país por año. Este es un excelente ejemplo de la estrategia de la
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Fundación para desarrollar una idea prometedora y fortalecer el liderazgo necesario para llevarla a cabo.
La primera donación, en 1994, proporcionó fondos para mejorar las instalaciones, establecer la
granja escolar, preparar al personal docente y otorgar becas para cubrir los gastos de colegiatura. La
formación de los maestros era motivo de especial preocupación, ya que en ese momento no se impartía
formación a los docentes en materia de agricultura en Haití. Los primeros tres maestros fueron
seleccionados entre estudiantes haitianos del último año en el ISA y de una escuela agrícola en Venezuela.
Su formación fue enriquecida con visitas al Plan Sierra, un proyecto de desarrollo rural en República
Dominicana; a Zamorano y Loma Linda, una escuela de agricultura y un centro de capacitación,
respectivamente, ambos en Honduras; y al Centro Internacional de Agricultura Tropical en Colombia
(CIAT). Allí aprendieron sobre agricultura sostenible de bajos insumos, tecnologías apropiadas de bajo
costo e investigación participativa con pequeños agricultores.
La escuela prosperó. A medida que se difundió la noticia sobre el nivel de educación, la demanda de
estudiantes en todo el país creció y el número de inscripciones alcanzó su capacidad tres años antes de lo
previsto. La introducción de un estilo de enseñanza mediante
el aprendizaje práctico en la granja escolar rompió con una tradición haitiana, en la que los graduados de
bachillerato no realizaban trabajo manual. Los estudiantes regresaban a sus hogares varias veces al año
y compartían lo que estaban aprendiendo con sus familias y comunidades. La granja escolar proporcionó
alimentos para la cocina de la escuela, además de algunos excedentes para la venta, y funcionó como un
espacio de demostración para los agricultores locales. Varias organizaciones nacionales e internacionales
mostraron interés en contratar graduados de la escuela para trabajar en sus proyectos, y algunos buscaron
los medios para replicar la escuela en otras partes de Haití.
Una segunda donación, en 1997, otorgó becas a otros 200 estudiantes, y financió un sistema de
irrigación mejorado y un sistema administrativo y una organización que permitieron a la granja escolar
funcionar a su máxima capacidad. Pero el objetivo principal del donativo era desarrollar la capacidad de
recaudación de fondos de la escuela y una estrategia para asegurar su sostenibilidad financiera a largo
plazo, con énfasis en el financiamiento extranjero, dada la debilidad del sector privado de Haití y los bajos
ingresos del gobierno. La Misión Salesiana a través de su sede en Nueva York, desempeñaría un papel
clave en la recaudación de fondos.
163 Consulte el capítulo Agricultura: se hicieron donaciones para establecer o fortalecer las escuelas agrícolas maneja-
das por salesianos en Argentina, Brasil, Chile, Haití y Venezuela.
164 Vea un informe más completo sobre Haciendo Avances en Haití. Trabajando con un Beneficiario Potencial en una
Región Difícil. Octubre 1994.
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