Page 55 - Aprendizajes y Legados del Trabajo en el Campo
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A finales de 1990, después de una evaluación exhaustiva, se creó un nuevo programa para
toda la Fundación: Asociaciones Comunitarias para la Educación de las Profesiones de la Salud. El
programa se emprendió casi simultáneamente en América Latina y el Caribe, en el sur de África
y en los Estados Unidos, las tres regiones en las que operaba la Fundación en ese momento. El
compromiso de construir alianzas entre universidades, comunidades y sistemas locales de salud
para reorientar la educación de los profesionales de la salud los unió. Sin embargo, cada región
tenía la libertad de diseñar una estrategia y una metodología que se adaptara a sus necesidades.
En 1991, tras las consultas entre el personal de América Latina y el Caribe, los educadores y
los administradores de la salud de toda la región, el personal propuso un nuevo programa para
desarrollar aún más el trabajo realizado en la región. El programa combinó las recomendaciones
de la WFME presentadas en Edimburgo con las propias de la región de América Latina y el
Caribe, tal como se detalla en el estudio Educación Médica en las Américas sobre educación
de enfermeras, dentistas y administradores de la salud. El nuevo programa se denominó UNI,
las siglas en español y portugués de "una nueva iniciativa". El nombre también significaba un
enfoque unido que representaba la relación entre los tres actores a los que se dirige el programa: la
universidad, la comunidad y el sistema local de salud. UNI tenía tres objetivos:
• Crear sinergia entre la educación para la salud, la prestación de servicios de salud y la
participación y el desarrollo de la comunidad.
• Forjar modelos replicables y fomentar una fuerte red de proyectos, creando una masa
crítica de creadores del cambio.
• Construir mecanismos de apoyo flexibles durante la formulación, implementación,
desarrollo, evaluación e intercambio de información para mejorar las posibilidades de
éxito de los proyectos individuales y de los proyectos en su conjunto.
Como expresan los autores en Educación de los Profesionales de la Salud en América Latina.
Teoría y Práctica en un Proceso de Cambio: Una Perspectiva Crítica , "La formulación e implementación
del Programa UNI solo fueron posibles porque el programa llegó en un momento oportuno de la
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historia". En el contexto del apoyo de la Fundación a los programas de salud de América Latina
y el Caribe, parece claro que UNI logró refinar los esfuerzos anteriores y sintetizar su estrategia a
largo plazo para mejorar los sistemas de salud, fomentar la participación de la comunidad en los
asuntos relacionados con la salud y orientar la educación de las profesiones de la salud hacia la
promoción y prevención de la salud, y una atención más humanizada.
La Fundación comprendió que se requería un esfuerzo sustancial para ayudar a las
universidades a adoptar enfoques educativos modernos y activos y mejorar las habilidades de
enseñanza de su profesorado. Los enfoques de aprendizaje basado en problemas, aprendizaje
centrado en el estudiante y de aprender a aprender debían sustituir al enfoque de enseñanza en el
aula que era la norma, en la que los estudiantes eran receptores pasivos del conocimiento. Además
de los nuevos métodos de enseñanza, los entornos de aprendizaje tendrían que diversificarse. Las
escuelas debían colaborar con las comunidades para ofrecer a los estudiantes oportunidades de
aprender sobre factores socioeconómicos y culturales de la salud y la complejidad de los niveles
de salud y enfermedad en disciplinas específicas y en la práctica general. Las prácticas tendrían
que centrarse en los servicios de salud de nivel primario y secundario en vez de en el hospital
de nivel terciario. Asimismo, las prácticas debían centrarse en el aprendizaje multidisciplinario y
el trabajo multiprofesional. Los sistemas locales de salud debían lograr una mejor coordinación
entre los niveles de atención primaria, secundaria y terciaria, y reconocer la importancia de la
atención primaria y la medicina familiar para mejorar el estado de salud de los pobladores de
las comunidades. Las comunidades debían aumentar sus habilidades de liderazgo para mejorar
la calidad de sus interacciones con los servicios de salud y, en el mejor de los casos, con la
universidad. Además, los proyectos de UNI deberían concebirse como verdaderas alianzas entre
la universidad, el sistema local de salud y la comunidad a la que ambos prestan servicios. Estas
asociaciones tendrían que ser una conexión permanente entre los tres actores, basándose en una
47 Chaves, MM and Kisil, M – Orígenes, Conceptos y Desarrollo, en Almeida M et al. – Educación de los Profesionales de
la Salud en América Latina. Teoría y Práctica en un Movimiento por el Cambio: una Mirada Crítica, Network Publications,
2001.
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