Page 58 - Aprendizajes y Legados del Trabajo en el Campo
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El programa se dio a conocer en 1991 en una conferencia de la Federación Panamericana
de Asociaciones de Facultades de Medicina (PAFAMS por sus siglas en inglés) en Costa Rica. La
Fundación envió cartas a aproximadamente 800 escuelas de Medicina, Enfermería, Odontología,
Salud Pública y Administración de la Salud en América Latina y el Caribe, describiendo las ideas
centrales del programa e invitando a las instituciones interesadas a presentar una propuesta
preliminar que cumpliera con criterios específicos: Las propuestas preliminares debían identificar
posibles colaboradores para incluir una o más escuelas dentro de una universidad pública, un
sistema local de salud y una comunidad representada por una o más asociaciones comunitarias.
Las escuelas universitarias de Medicina y Enfermería debían participar de forma obligatoria y
no se consideraría ninguna propuesta presentada por un solo departamento. Las cartas también
precisaban que, en su caso, se concedería una donación a la universidad a nombre de todos los
socios, y que el uso de los fondos se decidiría conjuntamente de acuerdo con una propuesta.
Se recibieron casi 150 propuestas preliminares que fueron analizadas por un panel de
expertos. Basándose en la experiencia de los programas de TSA, se evaluó el potencial de
los candidatos para formar asociaciones estables e incidir en el entorno para la educación de
los profesionales de la salud en sus respectivos países. El panel seleccionó a 15 asociaciones
propuestas para formar el primer grupo de proyectos de UNI que se iniciaría en septiembre de
1992. Se eligieron otras ocho propuestas de zonas menos desarrolladas de América Latina y el
Caribe, para un segundo grupo que comenzaría en 1994. Se invitó al primer grupo a una serie
de tres seminarios durante un periodo de nueve meses en los que las instituciones presentaron
sus ideas iniciales y, con apoyo de un grupo de expertos de América Latina y el Caribe,
perfeccionaron dichas ideas sobre una base no competitiva. Se instó a las instituciones a que
incluyeran a sus representantes de más alto nivel, reforzando la idea de que el programa debía
reflejar el compromiso de toda la institución y no solo de una parte de ella.
Los tres seminarios sirvieron para identificar los retos y las posibles estrategias a aplicar en
cada proyecto. El "desafío" se definió de manera amplia: no solo cómo introducir nuevos métodos
de enseñanza o mecanismos de participación comunitaria o programas de salud, sino también
cómo crear alianzas y un ambiente propicio para la transformación a largo plazo. Uno de los
mayores desafíos fue la identificación de formas de incidir en la cultura de las instituciones. UNI
requeriría cambios de comportamiento y organizacionales que condujeran a una nueva visión
del papel de cada socio en la construcción de un sistema de salud justo, eficiente y asequible, con
el apoyo de universidades dispuestas a formar a profesionales capaces de operar ese sistema. El
establecimiento de una colaboración de trabajo con organizaciones comunitarias fue otro gran
desafío para las universidades y los servicios de salud. Desde el principio, los proyectos de UNI
se diseñaron con el fin de reflejar la participación equitativa de los tres actores: Las delegaciones
que asistirían a los seminarios y otras actividades incluían representantes de los tres. Además,
se instó a las colaboraciones a formar comités tripartitos en todos los niveles de la gobernanza
de los proyectos. Este enfoque demostró ser un activo importante y un legado perdurable en las
comunidades, las universidades y los servicios de salud.
Las ocho propuestas seleccionadas para el segundo grupo se sujetaron a un proceso similar
entre 1993 y 1994, y comenzaron a recibir fondos en 1994.
La Fundación asumió que el programa duraría aproximadamente 10 años, con fondos
destinados gradualmente en función de los avances logrados. Cada proyecto recibió inicialmente
una donación a tres años para la aplicación de las reformas propuestas. Los 18 proyectos
que tuvieron éxito en la primera fase recibieron una segunda donación de tres años para la
consolidación de las reformas. En los casos en que los resultados se consideraron dignos de
difusión, se concedió una tercera donación para seguir consolidando las reformas, difundir los
resultados e informar a los responsables de la formulación de políticas. Los últimos donativos a
proyectos de UNI se otorgaron en 2002.
Inicialmente, se asignó un total de USD 25.7 millones para 15 proyectos en el primer
grupo y USD 9.8 millones para ocho proyectos en el segundo grupo. El segundo y tercer ciclo
de donaciones ascendió a otros USD 13.8 millones. Se invirtieron más de USD 5 millones en
donativos y actividades destinadas a apoyar el desarrollo de proyectos. En total, la Fundación
invirtió más de USD 54 millones en el Programa UNI.
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