Page 99 - Aprendizajes y Legados del Trabajo en el Campo
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Un grupo independiente de proyectos se dedicó a mejorar el acceso y a desarrollar la
                   capacidad de comunidades rurales para usar las tecnologías de la información y comunicación.
                   Este fue el medio para llegar a un fin: empoderar a las poblaciones rurales garantizando la
                   disponibilidad de la información y el conocimiento que podrían usar para aumentar su ingreso,
                   involucrarse en el aprendizaje de por vida dentro y fuera de las instituciones educativas y crecer la
                   organización comunitaria y la participación cívica. Las tecnologías de la información de potencial
                   utilidad en las comunidades rurales incluyeron radio, teléfonos celulares y computadoras con
                   conectividad al internet y a redes sociales. Se otorgaron varias subvenciones en las décadas de
                   1980 y 1990 enfocadas en el uso de la tecnología para mejorar el acceso de los agricultores a
                   la información sobre mercados, insumos y precios, permitiéndoles competir en los mercados
                   globalizados. En 1986, la Fundación otorgó subvenciones a la ESALQ en Sao Paulo, Brasil, y a
                   la Universidad Católica de Chile para el desarrollo de software que ayudara a los extensionistas
                   a ayudar a los agricultores en la toma de decisiones informadas sobre la selección de cultivos,
                   crianza de animales y tiempos oportunos de ventas, y para aumentar su poder de negociación en
                   el punto de venta con base en la información sobre el costo actual y el precio del producto. Otro
                   subgrupo de donaciones se usó para adquirir radios comunitarios para transmitir información
                   local y regional en comunidades rurales remotas y, a veces, sin electricidad, donde los radios de
                   batería fueran la única conexión con el mundo exterior. Algunos de estos proyectos enseñaron a
                   los residentes rurales a transmitir sus propios programas de radio como una forma de hacer crecer
                   su voz y su participación en los temas cívicos locales.
                       A finales de la década de 1990 comenzó un grupo adicional de proyectos que financiaron
                   centros comunitarios equipados con tecnología conocidos por diferentes nombres, como centros
                   de información, de comunicaciones o de aprendizaje. Los fondos cubrieron la infraestructura y
                   el equipo, incluyendo computadoras con acceso rápido al Internet y líneas telefónicas, los costos
                   operativos y la formación en alfabetización computacional. Los centros tenían varios objetivos.
                   Por ejemplo, el Centro de Salud y Desarrollo Integrados (CSDI) de Haítí abrió un centro de
                   comunicaciones con el fin de conectar a la aldea rural de Cerca-Carvejal, que no contaba con
                   líneas telefónicas ni acceso al internet, con el mundo exterior. El centro permitió a los residentes
                   comunicarse con familiares a distancia mientras que a los jóvenes les dio acceso a un mundo
                   nuevo de conocimiento previamente inaccesible. La formación en alfabetización digital que se
                   ofrecía en tres centros comunitarios de aprendizaje establecidos en el Estado de Oaxaca por el
                   Instituto Tecnológico de Monterrey (ITESM) presentó nuevas oportunidades de empleo para la
                   juventud. Cuando se acabó el financiamiento de la Fundación, estos centros tuvieron que cubrir
                   sus propios costos operativos y de mantenimiento. Algunos lograron hacerlo con éxito por medio
                   de cuotas de usuarios o apoyos gubernamentales. Otros se encontraron con dificultades, en
                   particular en las comunidades rurales como San Juan Chamelco en Guatemala, donde la economía
                   en gran medida de subsistencia implicaba que los usuarios no contaban con el efectivo para pagar
                   los servicios.

                   Acceso al Microfinanciamiento
                       El microfinanciamiento adquirió popularidad como una estrategia contra la pobreza a finales
                   de la década de 1980. Surgieron instituciones de microfinanciamiento en todo el mundo; algunas
                   de las más grandes prestaban su servicio a más de un millón de clientes. El acceso a los servicios
                   de microfinanciamiento, principalmente préstamos pequeños y facilidades de ahorro y, a veces,
                   seguros, está dirigido a las personas de bajos recursos, quienes suelen carecer de garantías para
                   entablar una relación con los servicios de financiamiento formales. El uso típico de los préstamos
                   es financiar pequeñas empresas o infraestructura agrícola, mejorar la vivienda o ayudar a las
                   mujeres rurales que suelen quedar excluidas de las oportunidades de empleo formal para iniciar
                   sus propias actividades de negocios.
                       La WKKF otorgó financiamiento para préstamos en 1993, como un componente de proyectos
                   de desarrollo más extensos. Dichas donaciones se concedieron en reacción a las solicitudes
                   recibidas; la Fundación no tenía una estrategia explícita que soportara los programas de






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