Page 215 - Aprendizajes y Legados del Trabajo en el Campo
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administraciones municipales no estaban equipadas para administrar fondos internacionales ni
                   para dirigir proyectos de desarrollo polifacéticos; y había poca experiencia en la colaboración
                   entre organizaciones o en la adopción de decisiones participativas. Las organizaciones líderes
                   originales invirtieron tiempo y recursos, así como actividades de fortalecimiento de la capacidad
                   y asistencia a grupos locales. Los resultados fueron positivos. En general, la calidad de las
                   instituciones mostró un aumento significativo, tanto en sus operaciones y administración
                   cotidianas como en la planeación, el seguimiento y la evaluación a largo plazo. La construcción
                   de alianzas locales fue, probablemente, el motor que impulsó un aumento del capital institucional
                   dentro de las microrregiones. En el CC Valles de Zimatlán y Tlacolula en Oaxaca, México, la
                   Fundación Comunitaria Oaxaca (FCO), el principal beneficiario inicial, con sede en la ciudad de
                   Oaxaca, promovió la creación de SINERGIA, un consorcio de organizaciones locales que se unió a
                   la alianza local y fortaleció su capacidad para mantener actividades clave en el futuro. La misión
                   de SINERGIA era dar continuidad al trabajo iniciado por el CC. Un proceso similar ocurrió en
                   el CC Ciudadano Joven en Brasil, como ya se ha mencionado. Las mancomunidades (consorcios
                   municipales destinados a desarrollar conjuntamente planes microrregionales), también fueron
                   dignas de mención, aumentando su poder de negociación y eficiencia por medio del intercambio
                   de recursos y experiencia. Aunque no fueron concebidas por el programa, las mancomunidades
                   sirvieron de plataforma natural para aumentar el diálogo dentro de las alianzas locales y se vieron
                   favorecidas por la formación y la asistencia que brindaron los CC a los municipios. Además de los
                   CC ya mencionados, CC Yeguare y CC Valle Santa Catalina, se crearon mancomunidades en el CC
                   Challapata, en Bolivia, y CC Jauja, en Perú.
                       Existen numerosos ejemplos de grupos informales de jóvenes que se convirtieron en
                   organizaciones juveniles que, a su vez, se convirtieron en importantes actores locales e incluso
                   regionales. Estas organizaciones crecieron en complejidad, expresaron las ambiciones de los
                   jóvenes y mantuvieron un diálogo con el sector público. Como resultado, algunos municipios
                   crearon divisiones juveniles que tenían la responsabilidad de diseñar e implementar programas
                   para promover el desarrollo saludable de la juventud. Desde entonces, algunas organizaciones
                   juveniles han adquirido visibilidad regional y representan una voz necesaria en las negociaciones
                   relativas a las políticas estatales y nacionales para la juventud.
                       La creciente tendencia de las organizaciones locales a dialogar y trabajar en colaboración
                   también ayudó a aumentar el capital social. Las alianzas locales representaron a una gran variedad
                   de actores en cada microrregión y mostraron una tendencia creciente a tomar decisiones por
                   consenso. Un espíritu de colaboración reemplazó de manera gradual la tradicional fricción entre
                   el sector público y las organizaciones comunitarias. Los temores iniciales sobre el posible mal
                   comportamiento de los jóvenes en un diálogo con los adultos pronto fueron reemplazados por
                   confianza y entusiasmo, ya que los líderes juveniles fueron bienvenidos en los órganos de toma de
                   decisiones.
                       Numerosos participantes mencionaron la confianza, la solidaridad y una mayor seguridad
                   en las relaciones comunitarias, lo cual es un indicador de progreso positivo. Algunas comunidades
                   enteras, en particular las pequeñas y rurales, se adhirieron a los ideales de los CC y a la energía
                   que emanaba de los jóvenes organizados que creían que, como grupo, podían ayudar a crear un
                   futuro mejor para sus hijos.

                   Capital productivo – Aunque el desarrollo económico no es el único elemento del desarrollo, por
                   definición, una comunidad no puede superar la pobreza sin satisfacer las necesidades materiales
                   de sus miembros. Las estrategias para promover el capital productivo de las comunidades son
                   complejas, especialmente cuando las comunidades involucradas están atrapadas en el círculo
                   vicioso de pobreza. Los profundos cambios en los conceptos y formas de trabajo que el mundo
                   entero ha estado experimentando aún hoy, representaron un gran dilema para la juventud. Su
                   expectativa de conseguir un trabajo con prestaciones sociales es baja, y la extinción gradual del
                   “trabajo” tradicional golpea con más fuerza a los que no han recibido una educación adecuada o





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