Page 236 - Aprendizajes y Legados del Trabajo en el Campo
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la creatividad del movimiento juvenil paraguayo. La FCJ había desarrollado tres programas
                       principales: una “casa de la juventud” en Asunción, un programa de desarrollo del liderazgo y un
                       programa de comunicaciones e investigación. El objetivo de la FCJ era demostrar que el fortalecer
                       las organizaciones juveniles puede impulsar los programas sociales dirigidos por jóvenes que
                       contribuyen a un mayor capital social en una democracia naciente.
                           En ocasiones, el desarrollo institucional también implicaba ofrecer recursos para equipar o
                       reequipar talleres en las escuelas vocacionales. Tal fue el caso de la Fundación Bartolo Perlo en
                       San Pedro Carchá, Guatemala, y del Instituto Secular Cruzada Evangélica en Zudañes, Bolivia.
                       Mientras que estos dos institutos habían realizado una noble labor al educar a los jóvenes rurales
                       de zonas empobrecidas, luchaban por mantener sus estructuras intactas. De modo similar, la
                       Fundación Salesiana recibió la asistencia total de la Escuela Agrícola de la Universidad Zamorano
                       para reestructurar el programa de estudios y capacitar al personal de dos vocacionales en La Paz y
                       Cochabamba en la introducción de conceptos y enfoques de enseñanza más modernos.
                           Los gobiernos locales estaban entre las instituciones de América Latina y el Caribe
                       que necesitaban estar mejor desarrolladas. Los municipios en general tienen estructuras
                       organizacionales débiles y poca capacidad para desarrollar y administrar proyectos o adaptar
                       planes nacionales a sus realidades locales. En la primera década del siglo 21, muchos gobiernos
                       nacionales introdujeron políticas nuevas para promover una mejor educación, mejores
                       servicios de salud para adolescentes o programas de primer empleo. Pero la gran mayoría
                       de las administraciones municipales no tenían el equipo para diseñar un plan y solicitar un
                       financiamiento federal. Dentro de los CC, la capacidad de los administradores municipales había
                       crecido gracias a la visión de los líderes locales que habían incluido al sector público en sus planes
                       de desarrollo del liderazgo. En Bolivia, entre los años 2000 y 2007, la Fundación Kellogg financió
                       un programa para facilitar el desarrollo institucional de las administraciones municipales. El
                       Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (CEPAD), en Santa Cruz de la
                       Sierra, era una ONG dedicada a la promoción de la participación ciudadana y al fortalecimiento
                       de la gestión pública. Estas dos acciones se necesitaban desesperadamente, en especial después
                       de que la aprobación de la Ley de Participación Popular de 1994 diera inicio a un proceso de
                       descentralización que colocó nuevas responsabilidades en manos de los gobiernos locales. Con
                       base en los resultados de sus éxitos anteriores con proyectos piloto en cinco municipios, el CEPAD
                       usó las visitas a campo, talleres, materiales de lectura y una red electrónica para formar a los
                       funcionarios seleccionados de 35 administraciones municipales de todo el país. Este esfuerzo
                       fue esencial para ayudar a los municipios elegidos a agruparse en mancomunidades (consorcios
                       municipales) con el fin de aumentar en gran medida su habilidad de
                       diseñar e implementar planes para el desarrollo local.

                       Promoción del Acceso a las Tecnologías de la Información
                           Para poder entender la justificación y el significado del trabajo de la Fundación en esta
                       área, es importante recordar que la tecnología digital del año 2000 dependía casi por completo
                       de las computadoras personales, en particular, de escritorio. Las tabletas y los smartphones aún
                       no se usaban. Como consecuencia, el acceso a la información estaba mucho más restringido en
                       comparación con el momento de esta redacción. Sólo era posible conectarse al internet en una
                       computadora personal, que en América Latina y el Caribe tenían un costo de USD 500 a 1000,
                       un monto prohibitivo para muchas familias. De modo similar, pocas familias podían pagar una
                       conexión a internet en su domicilio. En el 2000, en México y Brasil solo el 5 y el 3% de la población,
                       respectivamente, contaba con acceso regular al internet. En Bolivia, El Salvador y Guatemala,
                       esas cifras eran del 1.4, 1.2 y 0.7% respectivamente. Casi toda la gente debía salir a buscar un café
                       internet para “navegar en la red” o enviar un correo electrónico, y estos no existían en la mayoría
                       de los pueblos. Sin embargo, en tan solo 15 años, el porcentaje de hogares conectados al internet







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