Page 237 - Aprendizajes y Legados del Trabajo en el Campo
P. 237

241
                   creció a 13% en Bolivia, 9% en Guatemala, 34% en México y 43% en Brasil.  Estas cifras ayudan
                   a explicar tanto las limitantes existentes a principio del nuevo siglo como la tremenda revolución
                   hecha posible por la tecnología celular, la cual ha disminuido la prioridad de los programas que
                   enseñan computación y que promueven el acceso a la tecnología de la información.
                       En la década de 1990, la alfabetización digital se consideraba una de las más grandes
                   barreras frente al desarrollo en América Latina y el Caribe. Esta relegó a muchos jóvenes a una
                   pobreza continua y amplificó la brecha entre ricos y pobres. La WKKF entendió que con mayor
                   acceso a la tecnología digital, era esencial para sus objetivos demostrar medios alternativos para
                   romper el ciclo de pobreza. De hecho, en las décadas de 1980 y 1990, el apoyo de la Fundación
                   ayudó a muchas organizaciones del tercer sector a comprar sus primeras computadoras
                   y a capacitar a su personal para operarlas. Pero al principio del 2000, ese apoyo se enfocó
                   principalmente en los jóvenes, para quienes el uso primario de esta tecnología era obtener
                   un aprendizaje de por vida. Muchos si no es que todos los proyectos juveniles tenían alguna
                   actividad para familiarizarlos con las computadoras y el acceso al internet.
                       Un esfuerzo ejemplar para cerrar la brecha digital fue la donación a la Fundación para el
                   Desarrollo y la Educación de la Mujer Indígena (FUNDEMI) en San Pedro Carchá, Guatemala,
                   en 2002, hecha simultáneamente con su inversión inicial para formar el CC-San Pedro Carchá.
                   El proyecto de la FUNDEMI estableció una red de seis telecentros con computadores que daban
                   servicio a unas 30,000 personas en 75 comunidades montañosas remotas de Alta Verapaz. Estos
                   telecentros facilitaron el acceso a una gama de comunicaciones, incluyendo llamadas telefónicas,
                   acceso por internet a la información sobre el mercado agrícola y servicios administrativos como
                   elaboración e impresión de documentos. También ayudaron a la administración municipal a
                   comunicarse con las comunidades remotas en una zona donde las vialidades eran precarias,
                   a la vez que facilitaron la conexión entre 80 organizaciones juveniles. Asimismo, cada centro
                   impartía un programa de alfabetización computacional y tenía planes para agregar comunicación
                   satelital para el acceso a internet y para realizar videoconferencias. El proyecto movilizó a más
                   de 180 personas, incluyendo a muchos jóvenes capacitados para operar el equipo y transmitir sus
                   conocimientos a otros.
                       El proyecto alcanzó su meta de formación en el uso de computadoras e internet.
                   Desafortunadamente, la conexión a internet, que había sido una de las principales atracciones de
                   los centros, se descontinuó ya que las comunidades no podían pagar el alto costo de la conexión
                   satelital en esos tiempos. La estrategia de sostenibilidad había fallado, ya que dependía en gran
                   medida de facilitadores voluntarios y contribuciones económicas de los usuarios. Cuando se
                   terminó el donativo, se descontinuó el incentivo monetario para los facilitadores que recibían
                   compensación, y algunos de ellos migraron en búsqueda de trabajo en otros lugares. Es irónico
                   que la capacitación que recibieron, y cuya intención parcial era incentivarlos a permanecer en la
                   comunidad, había facilitado su migración.
                       Pero el equipo de América Latina y el Caribe de la Fundación entendió con claridad que
                   llevar infraestructura a las comunidades vulnerables no siempre era la mejor manera en la que una
                   fundación privada pudiera ayudar a cerrar la brecha digital. Esto lo hizo solo en circunstancias
                   especiales, cuando la introducción de tecnologías de la información era integral para alcanzar las
                   metas generales del proyecto. La estrategia de la Fundación, en vez, fue priorizar el apoyo a las
                   ideas innovadoras que presentaran formas efectivas y eficientes de hacer que la tecnología fuera
                   accesible.
                       Tal vez la más prometedora de ellas fuera la que provino del Comité para la Democratización
                   de la Información (CDI),  ONG fundada en Río de Janeiro en 1995 por un joven visionario y
                                        242
                   emprendedor social. El CDI desarrolló un modelo exitoso para enseñar el uso y aplicación de la
                   computación acoplado con el desarrollo de la conciencia cívica. El pilar central del enfoque del
                   CDI era que la tecnología de la información no se debía enseñar por su propio interés, como en

                   241   UIT – Unión Internacional de Telecomunicaciones. Portal de estadística. http://www.itu.int/en/ITU-D/
                   Statistics/Pages/stat/default.aspx. Los horarios varían por país.
                   242   http://www.cdi.org.br/

                                                                                                   231
   232   233   234   235   236   237   238   239   240   241   242