Page 241 - Aprendizajes y Legados del Trabajo en el Campo
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Para formar los clústeres integrales también se requería que la WKKF ajustara su estilo de
operación y trabajara con los beneficiarios de modos distintos a la norma de las décadas de 1980
y 1990. Como siempre lo había hecho, la Fundación lanzó el programa con una proclamación de
sus principios y objetivos y pidiendo que los beneficiarios ejercitaran su creatividad al proponer
trabajos locales. La Fundación también patrocinó actividades que respaldaran esfuerzos como
el desarrollo de grupos, procesos de implementación y evaluación, formación de alianzas y
networking. Dada la baja capacidad organizacional de algunas organizaciones que habían
formado alianzas locales, el papel de las actividades complementarias era fundamental en la
formación de capacidades y mejora de condiciones para el uso eficiente del financiamiento de la
Fundación. La naturaleza educativa de estas actividades era esencial, y el personal, los instructores
y los beneficiarios por igual reconocían sus beneficios. Finalmente, el desarrollo institucional fue
uno de los legados más importantes del programa.
En cuanto a los CC, la Fundación desempeñó un papel diferente cualitativamente de lo que
había hecho antes, actuando como convocante proactivo de los actores locales y como catalizador
central de procesos locales. De hecho, y a pesar de que el personal tomaba cuidados extremos para
confinar el rol de la Fundación al de mentor o socio estratégico para evitar interferencias en el
proceso de toma de decisiones, muchos de los CC consideraban a la Fundación como un miembro
de la alianza local. El estilo de la Fundación personificaba muchos atributos muy bien apreciados
y que inyectaban confianza y energía en los actores locales: su flexibilidad para entender el
carácter evolutivo de cada objetivo del proyecto; su transparencia, apertura y confianza; su
reconocimiento de la importancia de desenfatizar resultados tangibles a corto plazo a favor de
procesos e impacto a largo plazo en la creación de un desarrollo sostenible y capacidades dentro
de las comunidades; y, la voluntad institucional de tomar riesgos calculados en formas que no se
asociaban tradicionalmente con los donadores. El excelente trabajo realizado por los instructores
fue otro elemento que enriqueció la relación entre los beneficiarios y la Fundación. Y que además
ayudó a las alianzas locales a mantener una visión crítica del trabajo. Los instructores, por primera
vez empleados en América Latina y el Caribe, desempeñaron un papel clave en la regulación del
suministro de actividades complementarias en cada microrregión y actuaron como mediadores
entre la demanda local y las oportunidades que facilitaba la Fundación.
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En el año 2000, quedó claro para la Fundación que un esfuerzo tan ambicioso tomaría mucho
tiempo en generar resultados tangibles. Inicialmente, la Fundación había definido un marco
temporal de 10 años para evaluar el progreso hacia la meta general de comprobar métodos para
romper el ciclo de pobreza intergeneracional. No obstante, en 2007, además de limitar su presencia
geográfica en América Latina y el Caribe a México y Haití, la Fundación decidió descontinuar
el programa. De inmediato empezó el proceso de cierre, honrando los compromisos que había
adquirido y dando un financiamiento limitado para permitir cerrar con calidad la labor de los CC.
El último compromiso se hizo en abril de 2008 y los últimos proyectos financiados terminaron
entre 2010 y 2011.
Después de ocho años, más de 450 proyectos y una inversión masiva en la juventud de más
de USD 116 millones, las preguntas que debemos hacer son: ¿Hasta dónde llegó el programa en el
aprovechamiento de la participación juvenil para romper el ciclo de pobreza? ¿Cuál fue el legado
de ese programa de corta vida y tan ambicioso en las microrregiones y en la región de América
Latina y el Caribe en general? La evaluación de grupos que se descontinuó en 2007 tan solo había
producido un estudio de referencia y, por ende, no ofrece medios para evaluar con objetividad los
resultados eventuales. Sin embargo, la sistematización de lecciones aprendidas y las evaluaciones
internas dentro de los CC y las AGP ofrecen algunos indicios, si bien fragmentados, del grado al
que el trabajo modificó la realidad de las comunidades y/o las perspectivas a futuro de aquellos
involucrados.
245 Informe de América Latina y el Caribe al Consejo: “Promoción del Desarrollo Regional a través del Método de Clústeres
Integrales , 2000-2007. Antecedentes: Lecciones Aprendidas”, marzo 2008.
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