Page 68 - Aprendizajes y Legados del Trabajo en el Campo
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incentivo para desarrollar el compromiso y las habilidades de investigación de los estudiantes
y aumentar sus conocimientos sobre las necesidades de la comunidad. Las solicitudes para
las pequeñas donaciones fueron revisadas y aprobadas por un panel interno que incluyó a un
representante de la comunidad. Aunque sus habilidades de lectura y escritura eran limitadas, la
representante de la comunidad expresó claramente los puntos de vista de la comunidad sobre
los objetivos de investigación relevantes para ellos. Como resultado, la universidad se conectó
más con su comunidad y se hizo más relevante para su contexto, impartiendo una gran lección a
profesores y estudiantes.
Sin ser tan dramáticos como el ejemplo anterior, en todos los proyectos se observó que las
universidades y los servicios de salud desarrollaron una relación bidireccional más equitativa
con sus comunidades. En 1997, para institucionalizar sus nuevas relaciones y dar continuidad
a los objetivos de UNI, UNI-Botucatu creó una fundación cuya junta directiva contaba con una
representación equitativa de los tres colaboradores del proyecto. Desde la perspectiva de América
Latina, una fundación incorporada conjuntamente por una universidad pública tradicional, un
municipio y una federación de asociaciones comunitarias fue un logro poco común. Aunque el
compromiso con el ideario original de UNI se desvaneció dentro de la facultad de Medicina y
las asociaciones comunitarias, al concluir el financiamiento de la WKKF, a la fecha de redacción
de este documento, la Fundación local (www.fundacaouni.org.br) se mantiene activa y es
responsable de la gestión de la red de centros de atención médica y del programa de salud
familiar en el municipio.
Evaluación: La evaluación de clústeres (es decir, la realización de una evaluación general
de un grupo de proyectos similares) surgió en Estados Unidos a finales de la década de 1980.
Todavía era bastante nuevo en 1992-94, cuando UNI aplicó por primera vez esta metodología en
América Latina y el Caribe. La evaluación de UNI se llevó a cabo por un equipo de expertos de
América Latina y el Caribe, e involucró a los evaluadores internos de los proyectos de UNI en la
recolección de datos locales. La matriz de evaluación de los clústeres era muy compleja y, como
era demasiado pronto para esperar cambios efectivos en el perfil de los estudiantes graduados,
los evaluadores buscaron cambios organizacionales entre los tres colaboradores y su alianza
que pudieran allanar el camino para la realización de reformas sostenibles. Los criterios fueron
principalmente cualitativos, y cada proyecto diseñó su propio modelo interno de seguimiento y
evaluación que se centró en los procesos y resultados inmediatos. Para “echar un vistazo desde
el balcón” a un gran conjunto de proyectos, como se describe metafóricamente una evaluación
de clústeres, el equipo necesitaba recopilar una gran cantidad de información de los 23 proyectos
de UNI, incluyendo datos duros y puntos de vista subjetivos. Para hacer frente a este desafío, el
equipo de evaluación de clústeres colaboró con los equipos de evaluación interna para facilitar la
reunión de datos.
La estrategia tuvo efectos positivos y negativos. Por un lado, estimuló a los evaluadores
internos a dar más importancia a los objetivos a largo plazo, en lugar de limitarse a destacar los
procesos y los resultados inmediatos. Por otra parte, al "internalizar" la matriz de evaluación de
clústeres, los evaluadores perdieron parte de su creatividad. A menudo se sentían incidentales en
lugar de integrales en la evaluación de los grupos. Asimismo, a pesar de todos los esfuerzos por
comunicar lo contrario, muchos proyectos percibieron la evaluación de clústeres como un juicio
sobre su progreso y atributos, lo que podría amenazar su capacidad de recibir otra donación de
UNI más allá de la primera fase. En 1997, la Fundación encargó un estudio de metaevaluación de
la evaluación de clústeres que recomendaba formas de mejorar su eficacia y su relación con los
proyectos. Incluso tras la adopción de las recomendaciones, la evaluación de clústeres no cumplió
las expectativas en relación con la cuestión principal: ¿Han creado los proyectos condiciones
en las que el cambio implementado es sostenible? Las evaluaciones internas tenían un alcance
más limitado y, con múltiples variaciones entre los proyectos, demostraron ser instrumentos de
crecimiento organizacional, en particular entre las organizaciones comunitarias.
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