Page 84 - Aprendizajes y Legados del Trabajo en el Campo
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Otras ONG mexicanas se interesaron en aprender sobre los enfoques de la UNOSJO y, a través
de visitas de intercambio, se adoptó la metodología de desarrollo y diseminación de tecnologías en otras
regiones. La UNOSJO recibió varias subvenciones de otras fundaciones a lo largo de la década de 1990
para consolidar su labor; incluso, el director del proyecto participó en varios eventos de networking y
programas de desarrollo del liderazgo. El director reconoce la importancia del apoyo de la Fundación
Kellogg, que les brindó a él y a otros miembros de la UNOSJO la oportunidad de conectar y aprender
de personas y organizaciones ajenos a su contexto inmediato, así como de formularse una visión mucho
más amplia. Hoy en día, la UNOSJO está reconocida como autoridad en la agricultura en laderas.
Esta proporciona asistencia técnica al programa del gobierno del estado llamado Oaxaca Orgánica y ha
asesorado al gobierno federal en el desarrollo de su programa Milpa Intercalada con Árboles Frutales
(MIAF). En 2013, la UNOSJO creó una nueva organización, el Centro Internacional para la Agricultura
en Patios, que ofrece cursos sobre prácticas orgánicas en pequeña escala para los líderes de la región de
América Latina y el Caribe y de Europa. La UNOSJO es prácticamente autosostenible gracias a la venta
de servicios, ya que solo recibe un financiamiento limitado de los gobiernos federal y estatal.
Algunos beneficiarios lograron atraer la atención de gobiernos locales o nacionales y
convencerlos de incorporar nuevas tecnologías en políticas y programas públicos. La visita del
Subsecretario de Desarrollo Rural de México en 1996 sirvió como catalizador para la iniciativa del
Ministerio de Agricultura para escalar proyectos piloto exitosos de desarrollo rural. La UNOSJO
fue la primera ONG que recibió un financiamiento bajo esta iniciativa del gobierno, permitiéndole
expandir sus servicios a 27 comunidades en 15 municipios. Un segundo ejemplo se puede
observar en otro beneficiario de la Fundación, ALTEPETL, que había ayudado a los agricultores
del grupo étnico náhuatl en el Estado de Guerrero a introducir prácticas de conservación de
suelos, a diversificar sus cultivos e incrementar la productividad de cultivos básicos, frutas y
vegetales.
Este conjunto de proyectos estuvo entre los primeros en poner a prueba la eficacia de las
ONG como beneficiarios de subvenciones dirigidas a promover el desarrollo y empoderamiento
comunitario. Lo anterior demostró el potencial que tienen las ONG de trabajar con las
comunidades más estrechamente que las universidades o institutos de investigación para
desarrollar tecnologías para los pequeños agricultores que representen soluciones adecuadas a
los problemas locales e incrementen la probabilidad de que estos adopten nuevos enfoques.
Desarrollo Rural Integral
El enfoque de Desarrollo Rural Integral (DRI o IRD por sus siglas en inglés) surgió en la
región de América Latina y el Caribe a finales de la década de 1970 al reconocer la falla de las
estrategias más fragmentadas para atacar la pobreza rural. Durante las décadas de 1960 y 1970, se
utilizaron tres estrategias individuales para ayudar a que las poblaciones rurales se beneficiaran
del crecimiento económico sin precedentes que se vivía en la región: la redistribución de la tierra,
programas para incrementar la producción agrícola y programas de desarrollo comunitario en
pequeña escala. Ninguno de ellos tuvo un impacto notorio en la disminución de la pobreza rural
o en detener la migración en masa de la población rural que buscaba trabajo en las urbes. Con el
DRI, el énfasis se cambió para colocarlo en un enfoque más integral. El Banco Mundial, la ONU,
las organizaciones bilaterales e instituciones internacionales privadas, todos hicieron grandes
inversiones de recursos para integrar esfuerzos y crecer la productividad agrícola, con mejores
servicios de salud y educación y esfuerzos para organizar y empoderar a las comunidades rurales.
La comunidad internacional ratificó este enfoque formalmente durante la Conferencia Mundial
sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural de las Naciones Unidas, sostenida en Roma en 1979.
Las primeras subvenciones de la WKKF para el DRI, entre finales de la década de 1970
y principios de la década de 1990, fueron otorgados casi exclusivamente a universidades.
Estos enfatizaban la salud, la producción alimentaria y la nutrición, a veces en conjunto con la
educación (educación básica y alfabetización) pero siempre dentro del contexto de la organización
comunitaria y el liderazgo local. Su objetivo era incrementar la capacidad de resolución de
problemas a nivel local y los procesos de desarrollo comunitario colectivos y autodirigidos.
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