Page 89 - Aprendizajes y Legados del Trabajo en el Campo
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• Crear vínculos entre las comunidades, el gobierno local y las instituciones públicas
a través del diálogo y la acción facilitados por la universidad.
Con estos fines, cada proyecto se organizó en tres componentes interrelacionados: un
proyecto comunitario rural, un componente académico y un componente de servicio.
La iniciativa aprovechó las lecciones aprendidas de los proyectos iniciales de DRI y de los
proyectos de mejora de la educación profesional en colegios agrícolas. Esta tomó como modelo,
a grandes rasgos, el Programa UNI de la Fundación, el cual promovía alianzas estratégicas
similares para mejorar la educación de los profesionales de la salud. En particular, tomó como
base la recomendación central de la evaluación de DRI de 1989: promover las asociaciones
multiinstitucionales para el desarrollo rural; mantener un enfoque en los roles críticos de la
universidad en la formación de practicantes y líderes futuros, y actuar como catalizador del
desarrollo, y como conciliador entre los grupos de interés principales. Lo que distinguió a
la Iniciativa UNIR fue su intención de construir asociaciones donde las comunidades fueran
protagonistas como arquitectos de sus propios procesos de desarrollo, en vez de fungir como
objetos de procesos de desarrollo dirigidos por otros.
Entre 1994 y 1999, se financiaron 15 proyectos en 12 países. Al igual que con otras
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iniciativas de programas en América Latina y el Caribe implementadas en la década de 1990,
el personal del proyecto UNIR recibió apoyos considerables a modo de talleres de formación
de habilidades, reuniones de networking, seminarios itinerantes y oportunidades para asistir
a reuniones internacionales. El factor constante de todas estas actividades fue la oportunidad
de interactuar y discutir ideas con el personal de la Fundación y sus consultores. Asimismo,
muchos de los miembros del personal del proyecto UNIR terminaron sus maestrías gracias a uno
de dos programas de aprendizaje a distancia financiados por la Fundación, uno en métodos de
producción sostenible y otro en administración de proyectos y organización comunitaria.
El financiamiento de proyectos y actividades complementarias sumó un total de USD 19.3
millones.
En 1997, a tres años del comienzo de la iniciativa, se condujo una evaluación provisional del
progreso del primer grupo de 12 proyectos para determinar, también, cómo fortalecer dichos
proyectos y sus actividades complementarias. El estudio halló que, en general, los resultados de
los proyectos estaban por debajo de lo esperado. En el componente académico, la participación
estudiantil y del profesorado en proyectos comunitarios estaba muy por debajo de los niveles
deseados, aunque los evaluadores reconocieron que había progreso en comparación con una
extensión comunitaria virtualmente inexistente y que se manifestaba un alto grado de satisfacción
y entendimiento de los problemas rurales entre los participantes. En el componente de servicio,
con la excepción de dos proyectos de mayor duración, casi no se observó progreso en las
actividades para acercar a comunidades e instituciones públicas. La evaluación determinó que
el componente comunitario era el más robusto.
Algunas universidades trabajaban exitosamente con las comunidades para promover
actividades generadoras de ingresos y fortalecer estrategias de mercadotecnia, aunque el progreso
era menor en las áreas de salud y educación. Este hallazgo fue algo sorprendente dado que
los proyectos iniciales de DRI conducidos por universidades habían tenido dificultades en la
transformación de planes en acciones concretas en las comunidades. Los evaluadores creyeron
que los proyectos comunitarios UNIR habían sido más exitosos que los proyectos anteriores por la
naturaleza proactiva de la iniciativa y la mayor inversión en tiempo del personal y recursos de la
Fundación para guiar a las universidades en sus esfuerzos de extensión. Al comparar el progreso
de los tres componentes, también observaron que era relativamente más fácil crear cambios en las
comunidades que en las instituciones académicas o en las instancias gubernamentales.
La evaluación citó, además, una serie de diferencias en el desempeño de los proyectos.
Aquellos que recibieron financiamiento de la WKKF para un proyecto de DRI inicial tenían un
mejor desempeño; el cambio institucional que se buscaba a través de la Iniciativa UNIR requería
tiempo. Los proyectos UNIR en los países más vulnerables tenían un desempeño por debajo de
lo esperado; claramente, la pobreza contextual era un factor restrictivo. En las universidades
más pequeñas y en las universidades con más recursos se observaban signos prometedores
74 Esta última es la fecha de inicio de la última donación de UNIR; la última financiación del proyecto finalizó en 2004.
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